Sentimos con dolor tu partida, tanta juventud todavía presente en ti, tanto por hacer por tus semejantes que quedo pendiente, tanto que dar. Te admiraba por lo tímido respetuoso que eras y mucho más aun cuando supe que eras Pedrino, de esa pampa calurosa de día y heladísima de noche, con ese olor a salitre que nutre el espíritu y da esa fuerza interna que tenias de sobra. Mi querido coterráneo tu primeros pasos para prepararte a la vida fueron al lado de los jesuitas, del tan famoso colegio San Luis de mi ciudad natal, y ahora tus restos están junto a tu esforzada madre, todas esas virtudes que te hacían sobresalir. Como se notaba tu bondad, tu sencillez, tu humildad y el amor a Dios que estaba arraigado desde tu niñez en tu alma y que la ciencia, que dominabas, no lo hizo a un lado, sino que lo engrandecías más aun esa enorme fe que demostraste hasta el final.
Nos dejas una huella que no debemos borrar, sino imitar, porque la fe es un motor que nos impulsa a enfrentar la vida cara a cara, sin temor como tú lo hiciste.
No se ve la hélice de un avión cuando gira con movimiento vertiginoso. Cuando un alma ama intensamente, pierde su pesadez humana y se vuelve transparente, Y si la hélice en movimiento es besada por el sol, reluce con todo su halo. Así el alma que “VIVE” desborda de luz en sus encuentros particulares con Dios y canta como María: “MI ALMA MAGNIFICA AL SEÑOR” En memoria del Dr. Ricardo Alberto Fernández Arriaza (Q.E.P.D) Vivirás por siempre en nosotros.
13 de Agosto 1957 - 27 de Julio 1995
Etiquetas: Memorial
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