22 marzo, 2007

"Dio un portazo cuando salió envuelta en una nube de ira e incomprensión. Acababa de decirle que ya no la quería y su pequeño mundo se deshizo en microscópicos pedazos. Y yo me quedé allí, de pie, con el rostro blanco y los ojos dispersos, turbios, intentando enfocar lo que acababa de hacer. Pero estaba hecho.

Mi vida viró 180 grados al norte y la suya siguió rumbo al sur. La distancia entre ambos fue creciendo y ya ni siquiera estábamos a la vista, mientras el océano se presentaba ante mí como una gran amenaza, pero también como una enorme oportunidad. Mantuve el rumbo huyendo siempre hacia delante."

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