01 octubre, 2010

Laird Hamilton - Vida & Surf

Nacido Laird John Zerfas el 3 de febrero de 1964 en San Francisco, es un surfista de olas grandes estadounidense.
Laird se crió en la costa norte de Oahu, Hawái, dos años después de que su padre biológico les abandonara antes de su primer cumpleaños. Siendo aún muy pequeño, Laird conoció al legendario surfista de olas grandes de los 60, Bill Hamilton en la playa y se lo presentó a JoAnn, su madre. Bill Hamilton acabó casándose con ella y adoptó a Laird, dándole también su apellido.

La infancia y juventud de Laird transcurrió en los años 60 y 70 teniendo uno de los mejores sitios para practicar el surf del mundo, en la costa norte de Oahu como patio de recreo, con un surfista de olas grandes legendario como padre y entrenador, que le introdujo en el arte de la conquista de olas gigantes.

A finales de 1992, Hamilton y algunos de sus compañeros, como Darrick Doerner y Buzzy Kerbox empezaron a usar botes hinchables para remolcarse en olas que eran demasiado grandes como para cogerlas sólo con la fuerza de sus brazos. La técnica, más tarde sería sustituida por motos acuáticas, supuso una revolución. Había nacido el tow in.

Aunque la comunidad surfista acogió este avance con reacciones enfrentadas -todavía hoy hay voces reacias-, Hamilton explicó que el surf a remolque era la única forma de coger las gigantescas olas, de más de veinte metros, que rompen en Maui. Las imágenes dieron la vuelta al mundo. Había logrado el reconocimiento que tanto ansiaba, aunque pronto comenzaron a surgir los primeros imitadores y por ende los primeros problemas en el agua. «El surf tenía unas reglas no escritas en las que los surfistas veteranos tenían la prioridad y los demás esperaban su turno. Con toda la gloria y las recompensas económicas por coger olas grandes estas reglas se han roto. No es una amenaza pero si una advertencia, el mar tendrá la última palabra»
A pesar de todo, el 17 de agosto de 2000 se considera el momento cumbre de su carrera deportiva al surfear en Tahiti una ola que acabó siendo portada de la revista de surf más prestigiosa del mundo, Surfer, bajo un pie de foto explícito a más no poder: "Oh my god..." . De haber perdido el equilibrio podría haber muerto.

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